viernes, 4 de agosto de 2017

Has vuelto a sonreír

Me encanta la manera que tienes de irte. Las formas que tienes de provocar ganas. Me encanta cuando me sueltas una de esas con labios incluídos. Que tanto me enamoran. Que tanto me cuesta olvidar. Cuando me encuentro tu mano bajo la sábana de una misma cama. Cuando te giras, remolona, queriendo dormir un poquito más. Y entonces de nuevo, sin abrir los ojos, lo vuelves a hacer. 

A ésto ya no se le puede catalogar de amor. A ésto ya no se le puede poner etiqueta, ni hay protocolo que lo anteceda. Lo que haríamos tú y yo en esa noche no tendría nombre, ni tiempo. Si me apuras ni espacio. Porque se nos ha quedado el cuarto chico de tanto relagarnos. Me encanta la imagen de las sábanas tapando tu cuerpo desde tus senos hasta tus muslos bordando una fina línea entre lo provocativo y lo políticamente correcto. 'Voy a por un vaso de agua' decías, mientras te ibas haciendo lo que mejor sabías hacer.

Toda culpa la tuvo tu boca, que ha perdido el norte en mi pecho y busca desesperada el abrazo que tanto me supo a gloria. Y del éxtasis a la derrota. Derrota porque no sólo perdimos la ropa. Perdimos la vergüenza, la cordura y la dulzura. Y empezamos a hacernos más la guerra que el amor. Todo en cama. 

Dejaste caer la sábana, dejando el vaso en un laíto de la mesita de noche. Desnuda, te acercabas, supongo que pidiendo atención. Ya la tenías. Porque empezaste pidiendo un beso en el cuello, un masaje en la espalda y un te quiero cerquita de la oreja. Y mientras a la piel, cualquiera de las dos protagonistas que estaban allí, se le iban poniendo los pelos de punta, tu cara giraba avergonzada hacia mí buscando quizás, más de esos besos por detrás.

Fíjate lo que hace una sonrisa. 

Fíjate lo que escribiría yo por la tuya.

¿Ves?, has vuelto a sonreír...

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Escribe bonito...