lunes, 14 de agosto de 2017

Amores de verano

Siempre me han gustado las cosas que provocan ese tienden a acabarse. No me mal interpretéis. No es que sea masoquista. Es que, pensadlo bien, si hay algo que es para siempre, entonces automáticamente deja de gustar. Es la esencia del morbo. Que todo tiende a acabar. No es que te quiera por lo que vaya a pasar. Te quiero por lo que queda por ocurrir. Que es sutilmente muy distinto. Que es sutilmente muy mío. Que es sutilmente muy nuestro.

Los primeros en caer en la tentación somos los que nos enamoramos en verano. Siempre dejándolo todo para el último momento. Tirando junio entre miradas. Julio se hace corto con el resto de sentidos. Luego agosto que viene a pronosticarnos un te voy a echar de menos de campeonato. Y luego septiembre, ese mes de rupturas y desamores para recuperar todas esas miradas que se quedaron pendientes. Siempre caemos igual. Da igual la nueva canción cursi del verano, el flotador de unicornio o el bikini de los años sesenta, que siempre, siempre siempre, acabamos ahogándonos en nuestros sueños.

Amor de verano. Que es lo más contraproducente a todo aquel o aquella que ha venido al mundo a quererse de verdad. Perjudicial de todo cobarde con miedos de pasado. Y mira que lo ponía bien claro en la etiquetita: lea las instrucciones de este capricho y consulte con sus pensamientos. 

Pues nada, vamos de cabeza a darnos el primer disgusto del año. Al carajo todos los propósitos de año nuevo. Me he vuelto a enamorar. De eso que se puede llegar a acabar. Que tuvo un principio y que, si no nos lo curramos, puede llegarse a acabar. Y si, a plural andamos. Que esto que te vendieron como dejarse querer no es más que un eufemismo de lo que literalmente acaba pasando.

Por eso me gustan tus besos. Por eso valoro tus abrazos. Por eso el amor se hace con ganas más que con camas. Por eso el amor se cuida y se malinterpreta a partes iguales. Por eso gusta. Porque con cualquier tontería, defecto, o palabra se puede llegar a acabar. Y por eso, me encanta cuando ambos, nos empecinamos en que dure un minutito más.

Por eso me gustan los amores de verano. 
Siempre tentados a acabarse.
Casi siempre imposibles de olvidar.

2 comentarios:

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