jueves, 30 de abril de 2015

Ser, Estar o Aparecer

Parecer es la última esperanza de algo que fue, o estaba. Se ha catalogado como natural que ser, estar o parecer es lo mismo. E incluso el inglés se ha unido a esa moda de unir en una sola palabra tres acciones tan diferentes. Nos equivocamos. Parecer ya no es lo que era. Ni tampoco parecer es lo que estaba.

Ser es mucho más sinónimo de comprometerse que de parecerse. A día de hoy estar es estar y no parecer que estás. Nos equivocamos al pensar que amar es parecer que se está bien. Y cuánto daño hace cuando parecer confronta con la realidad que era. Pero si algo me preocupa es que a día de hoy, tú ni eres, ni estás, ni si quiera pareces.

Y yo le he prometido a mis ojos que un día serían testigos de tu existencia, pero me cuesta convencerlos de que esperen un día más al destino, ya que éste no se presta a agilizar la espera. Ellos derraman de vez en cuando una lágrima que de estar tú aquí, seguro que ya una de tus manos andaría por mis mejillas secándola como nadie mejor sabe.

Y hablando de sabores. Mi boca todos los días me pregunta por tus labios. Yo ya no sé que decirles, si rojos o rosas, si pintados o al natural, si sean como fueren íbamos a morderlos igual. Dime si un día besas, que sea sincero, y acabe en “otro más”. Si me dices dónde estás, prometo buscarte.

Porque no hay mayor pérdida que no tener al menos la opción de perderte. No hay mayor desilusión que no prometer verse. Dime si estás por ahí, a dónde tengo que ir, qué tengo que escribir, hacer o inventar, para qué tú un día te des por aludida y me sorprendas de todo corazón.

Si un día te da por ser o estar, dime que nunca te irás. Que aquí ser o estar no es sinónimo de parecer. No parezca amor, no finja.

Simplemente sea, esté…

O aparezca.

Verás como dentro de poquito seremos. Verás como dentro de poquito estaremos…

miércoles, 29 de abril de 2015

Yo te Quería, ¿Sabes?

Pues no hace mucho, entre tus miedos y tus virtudes, entre los labios de otro y el de los siguientes a mí, por ahí, por ese intervalo de tiempo, estaba yo. Por tus ilusiones, tus ojos, tus misterios, yo te quería, ¿sabes?

A pocos metros de tus labios, a distancia cero de tus sonrisas. A piel con piel de tus caprichos. Entre las excusas del anterior y las promesas del siguiente. Ahí estaba yo. Porque yo te quería ¿sabes?

Entre las primaveras más cálidas y los inviernos más fríos, entre la cama que abandonaste llorando y la próxima que te verá sonreir, por ahí, en algún rinconcito de tu habitación escondes algo mío. Oculto bajo las tímidas vergüenzas que hacen que no quieras reconocer que yo allí, entre tus libros, entre tu perfume y tus peluches, yo te quería, ¿sabes?

En tus apuntes de amores platónicos, en la cafetería de la facultad, bajo tres o cuatros cafés calentitos, enfrente tuya dibujándote cada hojita de papel en sucio. Tras un borrón y cuenta nueva, y un folio en blanco, por ahí estaba yo. Porque yo te quería ¿sabes?

Y ya por último, en tu ausencia, en tu futuro más próximo, en todas y cada una de las horas éstas que pasan sin previo atisbo de aparecerte por mis besos.
En cada uno de mis lamentos por aún no conocerte. Sin probar tus amores, sin mirarte a la cara y decirte qué guapa eres hoy. Sin saber de ti, sin saber tu nombre, tu apodo cariñoso, sin saber quién eres, yo ya te quería.
¿Sabes futuro amor?

Yo, hoy, veintinueve de Abril, ya te quería.

martes, 28 de abril de 2015

Cómo Decir Te Quiero Muy Flojito

Quiéreme un poquito menos. Te lo pido por nuestro bien, por nuestro mal y por todo lo que sea nuestro a día de hoy. Quererse en exceso provoca celos. De éstos de los malos. Quiéreme lo justo, sin pasarse en ausencia
Cuando veas que nos queramos muy fuerte, muerda. Si ves que es inevitable escriba en una notita: "Mañana te querré un poquito menos"..

Quererse al borde del vaso ya se sabe lo que pasa. Que un poquito más y se desborda todo lo que un día se llenó a besos. Nadie dijo que quererse fuera fácil. Y hoy aqui, tu y yo, estamos tan lejos como queridos. Estamos queriéndonos tanto como ajenos estamos.

Si nos queremos hacer un favor, querámonos flojito. Sí, de esos abrazos sin apretar. De esas manos acariciando con las yemas de los dedos los vellos de puntas. Quererse flojito es escalofrío en cada caricia. Que besar sea sinónimo de rozar. Y mirar. Mirarse tan flojito como embobados.

Y en mitad del silencio lanzar un te quiero tan demoledor como tus "siempre". Querámonos tan flojito como podamos y si al final del día nos supo a poco, repitamos un día más. Y que así siempre haya excusas para que ésto de amarse de puertas pa' fuera siga mereciendo la sonrisa.

Al menos así compensaremos todo lo que ayer nos quisimos. Si se me permite la sugerencia, quiera a destiempo, a desmedida, y sin previo aviso. El factor sorpresa te sienta de labios, y el abrazo al final de un día ajetreado te devuelve aquello que nunca nos dijimos a la cara.

Hoy no me quieras tanto. No me lo merezco tanto como tú mis perdones. Hoy no me quieras por querer. Quiéreme flojito otro día. Deja para mañana un poquito, que a día de hoy me toca a mí decirte:

Hoy soy yo el que quiere en exceso. Hoy va ésto por ti, en una notita en tu mesita de noche, para que mañana cuando te levantes leas: "Mañana te querré un poquito menos."

Y que sonrías. Porque quererse nunca fue tan de bocas. Nunca fue dicho tan flojito.

lunes, 27 de abril de 2015

Detrás de un Beso

La opción y acción voluntaria de cercanía. La excusa perfecta para tocar. O si prefieres la unión de cuatro labios, dos personas, una pareja y cero desamor.

Si el beso lo tenemos claro. La teoría nos la sabemos tanto como práctica falta. Tenemos el próximo preparado para la persona idónea y los dados con anterioridad nos entrenaron para besarnos mínimamente bien, para besarnos sin condiciones, para besarnos mejor.

Pero seguro que no sabes que es lo que se esconde tras un beso. Y a día de hoy es tan fundamental besarse como volverse a besar. Y no, no es lo mismo. Yo diría que lo segundo es casi tan necesario como lo primero y que uno sin otro se hace imposible. Porque el beso esconde los miedos tanto o más como los deseos. Ser besado es algo más que ese instante y lo que viene después fue consecuencia pero hasta este párrafo nunca te lo habías planteado.

Detrás del beso está lo personal. Es decir, el beso se personifica en aquella que está ahí. Ésa que responde y devuelve el gesto al mismo beso, al mismo tiempo. Porque beso es tiempo también. Un beso es temporal, se puede medir en segundos si se quiere y si no se quiere se daría igual. Besar es tardar. Llegar tarde a donde te estaban esperando.

Detrás de un beso hay una intención, o dos, o tres. O tantas como bien se sienta o se quiera besar. Besar es herir a conciencia la razón y dejarlo todo en manos de los rojos de la cara.

Detrás del beso está la sonrisa buscando ser oportuna del mordisco posterior. Detrás andan los sentimientos buscando un hueco en la escala del paladar y el gusto. Y por ahí, por el final del beso está la repetición.

Repetición que la ejecutamos de diferentes maneras y formas. Si se besa lento, detrás del beso está un "no te vayas" y si se besa rápido es que se quiere más cantidad en el mismo tiempo. Y ya sabemos que tiempo es... Pues eso.

Pero lo más sencillo sería que vinieras y resolvieras las dudas de qué hay detrás de un beso de la forma que mejor sabes:

Besando.

domingo, 26 de abril de 2015

La Mujer de los Labios Rotos

Si eres esa chica de delicada y blanca piel. Si eres la mujer del vaquero deshilachado a posta por la altura de las rodillas. La niña bonita. La número quince en su lista de decepcionadas. Si eres la que lloró por encima de la sonrisa y se rompió a trocitos por debajo de ella.

Dime si tú eres la mujer de los labios rojos y rotos. La que ha dejado marcas indelebles en pieles sensibles. La que ha besado mentiras, falsas promesas, “te quieros” tan olvidables como tempraneros.

Si eres esa a la que dijeron “nunca lo haré” y lo hicieron. Si eres ésa de mirada coloreada, de tacto suave, de amor tan loco como sincero. La niña que se esconde bajo la barbilla de un inmerecido afortunado. La tímida chica de armas tomar.
Si estás aquí porque te echaron, y no precisamente de menos. Si has venido buscando cicatrizar heridas, enterrar el pasado, dilucidar el futuro, encontrarle sentido al presente, hazte un favor, hazme un favor y de camino haznos un favor; quédate y dame aquí un beso en todos los sueños.

Se te permite querer por encima de las intenciones, sorprender a coste abrazo, acariciar con ojos. Si eres la chica de los labios rotos ponga todos sus rojos justo encima de los míos y cierre los ojos tanto como lo sienta.

Si en el instante descubre un cosquilleo justo en todo lo enamorada que estás, cosa que nunca había sentido hasta entonces, acaba de encontrar la pomada más barata para tus contusiones no físicas.

Si todas estas palabras salen de un encontronazo contigo al doblar una esquina, entonces es que sí. Es que tú eras la mujer de los labios rojos, rotos, o cómo diablos se bese eso…

sábado, 25 de abril de 2015

Te Quise, Te Quiero, Te Querré

Dime que hubo algún día que me quisiste buscar. Que ahí, en tu habitación leyéndome, se te pasó por la cabeza, por el corazón, por el órgano de la locura. Aunque fuera fugaz pero reconóceme que te lo planteaste al menos una vez en pijama. Cómodamente, casi agotada del día. Que ese ratito fuiste un poquito mía, un poquito menos presente. Dime que me quisiste. Que algún día salió de tus labios “te quise” y que yo no lo escuché. O que no quisiste que lo oyera pero que sentiste la obligación de que al menos un momento deseaste más corazón que letras.

Dime en este segundo párrafo que sonreíste, que te preguntas cómo puedo saber yo éso, que cómo sé que has vuelto a sonreír, que qué diablos pasa aquí. Dime que hoy me quieres, aunque sea sin amor, sólo por cumplir, pero al menos reconóceme que me quieres. Dame un presente en forma de futuro y decóramelo a tu antojo. Prométeme que me quieres, que nada es mentira, al menos, que nunca se mintió más de lo permitido. Dime que aquellas que nos dejamos pasar fueron piadosas y que perdonadas están. Quiéreme. Que “te quise” sabe a muy poco. A muy pasado. No te veas tampoco en la obligación. Pero si no tienes nada mejor que hacerme, quiéreme un rato.

Y si te ves que el aburrimiento va para largo, dime que me querrás. Que suene a un “hoy no puede ser, pero apetece”. Quiéreme a contra rembolso, no me importa, que yo lo pago si hace falta. A estas alturas no nos vamos a poner rácanos de sentimientos y muchísimo menos vamos a no permitirnos un lujo, de sonrisa, a estas alturas de labios.
Si ves que cumpliste alguna de estas conjugaciones del verbo querer, déjame decirte una cosa.

Que yo te quise, que te quiero, que te querré.

Pero sólo si tú quisiste, si tú quieres, si tú quisieras.

Una Fecha En Blanco

Querida Cristina,

Seguro que alguien que te quiere mucho te hará llegar esta carta de parte mía. Mírala, ahí sonriendo y entregándote este escrito que ya es más mío que tuyo. Mira, es muy fácil. Te Quiero. Dilo otra vez, te quiero. Otra vez, te quiero. Te escribo esta carta porque he abierto la cartera y no tengo la foto tamaño carnet que todo el mundo tiene de su enamorada. Y sí, mi enamorada eres tú. 

Es que ya te he encontrado. Y alguno de nosotros dos tenía que dar el primer paso. Te escribo esta carta, Cristina, porque no puedo decírselo a tus labios pero me encantaría que me dieras esa oportunidad. Si quieres en diferentes idiomas, en diferentes besos, en diferentes intenciones. Ningunas malas, porque yo he venido para quedarme por las buenas.

Y sí, bajo este misterio tú ya te has vestido de curiosa y ahora te estás preguntando quién diantres está firmando esta carta que te tiene los ojos bien abierto y la boca tan reseca. Al final del escrito encontrará una fecha, un lugar y una hora en blanco.

Rellénelo como mejor guste y hágame llegar la invitación como mejor prefiera. Si duda, teme o ignora lo entenderé. La carta consérvela a buen seguro porque algún día le hará falta. Nadie le venció al destino. Aquí esperaré tantos años como errores cometas.

Por último te dejo mi nombre para que firmes la foto que me debes para mi cartera nueva, mi vida nueva, mi fecha, lugar y hora a la que nos vamos a dar nuestro primer sí quiero.

Atentamente,

Alberto.

Fecha: _ _ / _ _ / _ _ _ _ Lugar: ________________ Hora: _ _ : _ _

jueves, 23 de abril de 2015

Todo en Cajas

Hoy nos mudamos amor. Tenemos el corazón alquilado, pagándolo a plazos prácticamente para haber si llega el día, el momento, la situación que tu destino decida comprar el mío. Estamos decididos y no hay vuelta atrás, hoy nos cambiamos de lugar, de paredes, de cama. Hoy por fin vamos a dar el primer pasito pa’ conocernos.
La mudanza es un proceso en el cual todo lo que estaba escondido detrás del orgullo aparece con la misma intencionalidad que el polvo de detrás del mueble del salón. Y cómo buen arrendatario, tanto en la mudanza como en el amor, las cosas siempre hay que dejarlas como te las encontraste.

Así que hemos decidido poner todas las cosas en cajas. Empezaremos por las cosas que fueron siempre de los otros. Ahí van la razón, el mando de la tele, las cortinas del salón. Los caprichos, la hucha con forma de cerdito con ahorros en común, el lado de la cama más calentito, la única almohada, las tres cuartas partes del ropero, los celos, todos los “no vuelvas a hacerlo más” y todas esas frases que empiezan por “es que”.
En la caja de las cosas que están por estrenar pondremos la paciencia, el futuro, las páginas amarillas, el lápiz blanco. Todos esos besos con formas de “te perdono”, las muñecas de nuestra primera hija, los miles de pseudónimos que les pondremos a nuestros nombres. Nos falta meter los viajes juntos, la boda, el convite, el viaje de novios, la vida en pareja.

Ya que estamos tráete la caja de las cosas que me gustan de ti. Métete ahí, si puedes, la sonrisa que es lo que más ocupa. Ya después hazle un hueco a tu comprensión, tu cariño. Los ojos déjalos por encima, a la vista, y guárdale un sitito a tu instinto de madre, de mujer, de enamorada.

Ésta última caja de aquí déjala vacía. Nunca sabe uno de qué se puede seguir enamorándose de ti. Porque además aquí lo que se pretende es que esta sea la última mudanza y la definitiva. Que la compañía sea resultado del confort de una pareja estable, y que la hipoteca aparente ser más barata entre abrazo y abrazo no cotizado.
Si hay que amarse en negro se ama. A día de hoy rendirle cuentas al estado de ánimo, al laíto tuya, no merece ni la pena planteárselo. Cuando se quiere, contribuir es lo de menos. Lo importante es atribuir. Y aquí en el reparto de intenciones hay que ser lo más justos posibles.

Así que vamos a hacer un trato. Ocúpate tú de decorarnos la vida, la casa, la cara, la fortuna, el miedo, que ya me ocupo yo de estas últimas cajas que quedan.

La caja de las cosas que aún me quedan por escribirte.
La caja de las cosas que nunca imaginé encontrar.

Y ahí estabas tú. Todo encaja…

miércoles, 22 de abril de 2015

La Chica que Esperaba el Tren


Pelo corto de color caoba con mechas rubias oscurecidas. A la altura de su fino hombro. No porque lo insinuara sino porque se le notaba en el conjunto. Una delgada blusa azul marino con estampados de flores escondía la perfección.

Su cara, pequeña, en proporción a su altura. No era bajita, era de justa medida para todo lo misteriosa que era. Era de altura besable, de tamaño corazonada. Para todo lo guapa que escondía si era pequeña, pero nunca por debajo de la media. Al menos de la naranja, de la media naranja.

Sus labios tenían un intenso rojo a juego con el maquillaje de sus cachetes, algo más rosas. Algo más color vergüenzas. De las tímidas, de las que si las mezclas con cariño sale ilusa, de las tontas enamoradas, de éstas a las que llamamos vida.

Su mirada seductora. Ojos claros, pero parece que no lo sabía. No creo que fuera consciente del arma de amor que tenía en cada parpadeo. Miraba sin que pareciera que fuera eso importante. Supongo que lo hacía sin querer. Como el morderse el labio inferior cuando pensaba un instante antes de decir algo importante.

Iba bien conjuntada. Un pantalón vaquero presagiaba curvas caderas que sintonizaban con la rectitud de sus delgadas piernas.

Humilde. O al menos eso es lo que mostraban sus manos y cuello sin anillos ni joyas, o evidencia de lujuria en forma de piedras preciosas. Para qué me pregunté, si para eso ya estaba ella.

No he dicho nada de sus cejas, rectas, perfiladas, cuidadas. Tampoco de su nombre, de su vida, de su pasión. No he dicho nada de su sonrisa, de su aprecio, bondad, saber estar.

Ni de aquel que le daba un beso como gesto de cariño en su frente. A la altura de sus cejas. Le agarraba las manos por debajo de la cintura y le plantaba sus labios entre ceja y ceja. Y ella sonreía bajo una bonita y delgada nariz que respiraba el perfume de él cerca de su pecho.

Aquel que la besaba no era yo.

Porque ella estaba esperando el tren en otro andén. Con otro destino.

Pero me hizo recordar una cosa:

Que aún guardo en mis labios un beso de aquellos.

Y seguro que hay una chica esperándolo. Dos ojos queriendo ser besados. Tres nuevas formas de querer:

Esperar, besar, sonreír.

martes, 21 de abril de 2015

Nieve en Polonia

Frío. Mucho frío. Ni la capa de mantas que tapaba su pijama invernal la protegía de aquel enemigo presentable tanto en el clima como en su peores relaciones. La chimenea del salón rústico que la cobijaba no calentaba lo suficiente, o al menos era un calor insignificante para las últimas palabras que él le pronunció la anterior noche: “Ya no te quiero.”

Así se levantó por la mañana la mujer de ojos chiquititos, recordando su última relación mirando los posos de un café caliente que se preparó sin hambre, sin ganas y porqué no decirlo, sin amor.

No entendía cómo pudo suceder aquello, pero el caso es que ella estaba sola, en su apartamento, sentada frente a su temor de verse allí, en ese lugar, sin esa compañía. El móvil vibraba en la mesa frente al televisor. Ya había sonado un par de veces antes de levantarse de aquella cama que ya parecía grande pero no era momento de digitalizar la angustia, y mucho menos ocultar en redes sociales tanto dolor.

Cuando creyó haber terminado el amargo café se dirigió a la nevera por un poco de agua. Las lágrimas que cayeron ayer de sus ojos explicarían el rojo de las comisuras de sus labios y la sensación de sed, no solamente de su cuerpo, sino de sus labios, de su mirada, de su vida.
Por el final de su cuello aún colgaban esos besos que un día la tuvieron tan presa como enamorada. Quizás sintió el cosquilleo del collar que colgaba, hasta entonces con tanto orgullo, y desabrochó, con la mirada gacha, el broche que unía las dos partes de una misma cadena. Qué irónica la acción, sobre todo cuando era un corazón rosado lo que colgaba de aquella cara tan guapa, tan linda, tan desencantada.
Se dirigió a la habitación, repleta de lo que ya eran recuerdos irrepetibles, y para paliar el silencio de los buenos días princesa que ya no se escuchaban encendió la radio por una frecuencia tan al azar como lo era su destino.

“Buenos días soleados oyentes, disfruten de éste débil rayo de luz, y sonrían, porque podría ser peor, por ejemplo, nieve en Polonia colapsan carreteras…”

Se vistió con un vestido verde esperanza. Se maquilló los ojos pensando en él. Le quedaron negros, seductores y grandes. Y se pintó los labios rojos con aquel pintalabios que sí dejaba marca si besabas. Hacía tanto que no lo usaba que ni recordaba lo bien que le quedaba. Se recogió el peinado en una trenza de cuento de hadas y el flequillo le quedaba por la frente tan natural como su sonrisa, que hoy se quedaría en casa.
Por último cogió el bolso, las llaves y el arrepentimiento. Todo cabía. Todo menos su nombre. Nieves. Porque ya, y eso era lo que ella pensaba, ni en Polonia la querían…
Pegó un portazo al salir sin querer, o queriendo, o cómo se llamase ese sentimiento cuando aún perteneces a una persona que ya no está, que ya no te busca, que ya no te quiere.

(Continuará)

lunes, 20 de abril de 2015

Mi Última Vez


Seguro que llego tarde para darte tu primer beso. Seguro, segurísimo que ya he perdido la oportunidad de tu primer te quiero. Me olvido entonces de ser el primero que te acarició, el primero que te enamoró. El primero en casi todo lo que nunca se valoró.


Con todas las ilusiones puestas en tus manías hoy quiero ser el primero en nada. Hoy me he propuesto por caprichos del destino ser tu don nadie. El galán que siempre sobra. El príncipe de color transparente. El primer desamor correspondido.

Hoy ya no puedo ser tu primera vez, pero si quiero ser los nervios del amor no besado, las primeras caricias de un cuerpo no tocado agusto ni a gusto. Hoy quiero ser tu primer feliz no aniversario y que disfrutes la ausencia tanto como yo la inercia de volver a tu mirada.

Hoy no podemos ser nuestra primera vez. No aspiramos a más que a ser la oportunidad que nos dimos nunca. A ser el corazón roto a trocitos de cristal color granate esparcidos por la alfombra de tus sueños. Y me encantaría ser el primero en caminar descalzo por encima y llegar hasta tus heridas. Y ser el primero que cae por amor, por error, o por falta de sangre, de valor o de intenciones.

Y me gustaría ser el primero en volverme a levantar por culpa de tus promesas. Ser el primero que se las cree tanto como que se las inventa. Y morir, a ser posible en manos de la ilusión antes que por la razón. El primero en quererla como la primera vez, pero tan diferente como la penúltima. El primero en besarla con la misma intención que su primera vez pero con más duración, en tiempo y en contenido. El primero en besarla en el labio de la sinceridad y morder el del deseo tanto que duela a cumplido. Creyendo ella que espero que me diga que voy a ser su primera vez. 

Cuando en realidad lo que yo quiero es que seas mi última.

Mi último amor.

A ser posible, ser tu primera última vez.

domingo, 19 de abril de 2015

El Poder de Ella


Si tú quisieras, si yo lo supiera, si nosotros lo conociéramos.

Si tú besaras y yo recibiera, o viceversa. Si tú tan guapa y yo tan tu feo.

Si tú tan friolera y yo tan cariñoso.

Si tú por las mañanas y yo tan desayuno.

Si tú mi vida y yo la tuya.

Si tú de blanco y yo tan novio.

Si tú caprichosa y yo tan consentidor.

Si tú aquí y yo tan cerca.

Si nosotros tan éso, tan nosotros. Si la vida fuera cómo soñamos. Si tu amar fuera tan fácil como mi desear. Si tu boca tan ''besable'', tú tan bonita, tan nocturna en mi cama, y a la vez, tan ninguna de esas cosas.

Qué envidia a aquellos que te encuentran. Qué rabia no poder susurrarte al oído todo el poder que tienes, todo lo que provocas.

Y hablando de provocar. Que si tú quisieras lo consigues. Conocedora de ello, tu ausencia provoca. Tu amnesia temporal de que tienes aquí a uno que si tú quisieras se dejaba conocer.

Si tú, tan niña, tan ojos, tan sonrisa embaucadora, si tú quisieras, ya estaría todo hecho, todo deseo cumplido. Y ni estrellas fugaces, ni magia ni amor a casualidades.

Tan sencillo como si tú quisieras,

Como si tú pudieras,

Tanto como yo deseaba. Tanto como el poder de ella.

viernes, 17 de abril de 2015

Si Algún Día Te Digo Nunca


Si algún día nos pillamos de malas, ariscos, reacios a nuestros besos. Si algún día parece ser que nos queremos menos, que la llama se apaga. Para aquel día que nos levantemos juntos pero más separados, menos pareja, más sábanas de por medio.

Quiero que sepas que hoy nos necesitamos más si cabe. Aunque parezca que no, todo sigue siendo sí, simplemente es un día de éstos que el amor se sienta en la silla de la paciencia. Hoy es de esos de hoy por mí, mañana por nosotros. 

Si algún día me equivoco, bésame más fuerte. Porque será la mayor bofetada que le des a mi estupidez. Si algún día cometo algún error, si un día no te digo guapa, si algún día soy tan poco tuyo como nuestro.

Si llega ese día que el amor es humano y los errores se pagan en abrazos. Recuérdame que a esa invito yo. Dime amor, cuánto tengo que poner de propina para aquellos momentos que me convierten en aquella persona que elegiste tan a mi fortuna.

Pero realmente, si lo que de verdad quieres es ayudarme. Si de verdad quieres venir y romperme a trocitos los esquemas de mis malos días, cada vez que escuches nunca, acuérdate de mis "siempre". No te olvides de mis "vales". 

Que si algún día te digo nunca espero que sea acompañado de un jamás te fallaré. Adornado con un nunca te vayas. Terminado con un nunca dejaré de quererte.

Y nunca te vi tan guapa. Aún hoy, que nunca te vi, que nunca te tuve, que nunca tú y yo. 

Que nunca amor. 
Ni nunca, amor.

jueves, 16 de abril de 2015

Hoy No Iba a Escribirte


Te prometo que hoy no iba a escribirte. No es que hoy no te lo merecieras. No es que hoy fuera a ser diferente. Es que no había intención de molestarte, y a veces es tan importante el saber cuando llegar, cómo el saber cuando marcharse.

Y claro, ahí siempre nos equivocamos. Porque el irse siempre nos parecerá como desagradable, a mal momento y a destiempo. Si nos vamos, nos vamos. Pero claro siempre nos quedará la duda de que pasó si nos hubiéramos quedado.

Lo importante de una pareja no es saber qué queréis ser de mayor, sino que queréis ser de mejor. El crecer juntitos agarraditos de las manos no es una pastelada de película romántica taquillera, sino una condición necesaria y casi suficiente para que eso de irse siga sabiendo a poco.

Pero hoy en día nos fascina lo difícil. Nos encanta que las cosas vayan realmente mal, porque ahí, justo en esa tesitura, en ese extremo, en ese roce con el desamor, es donde queremos juzgar el "hoy por mí". Nos pasamos la vida examinando al otro que da gusto.

Nos encanta eso de valorar lo incalculable. Nos encanta ponerle una notita, o un toque de atención cuando las cosas no funcionan como quisiéramos. Repito, nos encanta cuando todo va realmente mal. Cuando las cosas no tienen sentido. Y mucho menos amor.

Nos encanta dar besos en tiempos difíciles, reír cuando se ha llorado mucho. Nos encanta ser el consuelo de alguien y el amor de por vida de uno/a que lo creyó perder. Nos encanta aparecer cuando parecía que nada iba a suceder. Nos encanta eso de acariciar por sorpresa y hacer el amor sin planearlo. Nos encanta discutir con final feliz, las reconciliaciones con un "perdona" mutuo, y el abrazo de despedida de un "no te vayas todavía". 

Nos encanta mandar a freír espárragos al último que llegó. Y todo con la mejor de nuestras sonrisas. Disfrutamos de lo impredecible y nos encanta prometer cosas que sabemos que no podemos cumplir.

Como yo, que me prometía no escribirte hoy.

O como tú, que pensabas que hoy no me leerías...

Aquí, Ahora y Probablemente Nunca


Mírate, aquí, ahora. Justifícame esta distancia entre nuestros cuerpos y convéncete de que estamos tan equivocados como desconocidos.

Porque seamos sinceros, a estas alturas ni nos reconocemos. No por la belleza y el físico que sigues sin perderlo, sino por la ausencia, que cada día que pasa es más intensa, más nuestra.

Háblame aquí, ahora. Compénsame todo lo que lees por todo lo que nunca he escuchado. Dime algún día guapo, te quiero, o perdona por llegar tarde. Dime al menos que eres lo suficientemente tímida como para leerme a escondidas, y que andas enamorada, aquí, ahora, en un 'rinconcito' de tu habitación esperando a que un día haya un golpe de suerte que suprima tanta ignorancia.

Vamos. Aquí, ahora. Dónde sea, pero vamos. Que ésto suene a un "juntos". Que sea el principio de un trayecto muchísimo más curvo que la línea de los labios que me tienen aquí, ahora. Busquemos un lugar dónde ambos, dos, unión, sean algo más que palabras.

Ríete. Sí, ríete. Aquí, ahora. Porque si algo me gusta de ti es ver cómo sonríes. Me encanta la manera de buscar excusas para reír y la forma en la que la expresas. Me gusta el sonido, la imagen y el tacto de tus labios y duele, duele tener tantos sentidos y tener que contenerse tanto como mis ganas.

A qué esperamos. Si ambos sabemos que tiene que ser aquí, ahora, y probablemente nunca...

martes, 14 de abril de 2015

El Deseo de Una Desconocida


¿Puede uno enamorarse de aquella a la que no ve? ¿Puede uno sentir amor por esa que no acaricia, que ni si quiera sabe de tu aprecio, que no conoce tu cariño?

¿Puede uno estar 'colaíto' por esa mujer que hace poco estuvo delante de tus narices y que no se dió cuenta hasta ahora, que era ella y no otra? ¿Puede uno ser el deseo de una desconocida?

Puede. Y además no es que pueda, sino que debe. Enamorarse de esa que está en la vida sin ser llamada. Que está pero no está. Me explico. Esa mujer que conoces. Que no está en el día a día, pero la tienes ahí, a milímetros de distancia, a tres o cuatro teclas de tu teléfono móvil, a un palmo del teclado de tu ordenador. Esa que conociste por casualidad, sin querer, por destino.

Puede uno estar solitariamente enamorado de los recuerdos que dejó aquella que no se ve, que no se siente, que no se cita, ni a ciegas, ni a románticas. Aquella desconocida que no sabe que tú estás por la labor de quererla y ella por la labor de no aparecer.

Puede uno estar loco esperando un mensaje suyo, una noticia, un me gusta, un aparentemente inocente comentario. Ni te imaginas lo enamorado que se anda de las fotos de la desconocida que siempre se ama, de sus distancia no provocada, de sus recuerdos.

Ni os imagináis quién es aquella que anda provocando la escritura de todos estos desconocidos, hasta entonces, lamentos.

¿Puede uno enamorarse de una sonrisa, de un momento, de una ilusión?¿Puede uno enamorarse sin ser prejuzgado, sin ser exigente, sin ser correspondido?

Yo puedo enamorarme de esa cualquiera que viene a susurrarme su nombre para dejar de ser la desconocida que siempre quise. Pero...

¿Y tú, amor? ¿Puedes algún día quitarme la etiqueta de ese desconocido que nunca te llamó la atención?

lunes, 13 de abril de 2015

¿A Quién?


A quién quieres engañar con esos ojos verdes. A quién pretendes, esta vez, engatusar con la mirada donde me encuentro a día de hoy prisionero. 

Quién tiene las llaves para liberarme de las cadenas negras, como el color de tus pestañas maquilladas a conciencia para débiles como yo.

Cómo me libro de tus manías, de tus gestos, del movimiento de tu pelo, que me tiene tan hipnotizado como enamorado.

Y hablando de encantar, dónde me escondo todos esos sueños que me imagino cada noche que paso tan lejos de ti, tan separado de tus manos.

Dime como apago la velita de mi ilusión y ya de paso, préndeme la mecha de la esperanza, que falta me va a hacer. Dame motivos por los cuales merecer haya perdido toda la intención del verbo. Qué motivos hay para que el pronombre posesivo tuyo, no sea de ida y vuelta en lo impersonal.

Dime que no me quieres. Que sobro en tu vida. Que amarte no merece la pena.

Dime que estoy hecho para otra peor que tú y que hay besos que me pertenecen que no salen de tus labios. Dime qué sabor tienes y si es justo no probarlo. Dime que perdimos el tiempo contándonos los lunares de la espalda, y que ahí desnudos, aún seguía sobrando ropas. 

Dame una sola razón por la cual, yo tan poco tuyo y tú tan poco mía.

Dime que no me estoy enamorando de ti.

Ojos verdes, dime, ¿A quién pretendo engañar?

domingo, 12 de abril de 2015

Un Beso Sin Marcas de Pintalabios


¿Ya le han pintado la cara a piropos, no? ¿Ya le han dicho guapa, te quiero, te extraño? ¿Ya ha saboreado el gusto amargo de la obviedad?

¿Ya ha conocido el por qué no era él? ¿Ya le han dejado plantada con todo el amor derramándose entre sus dedos? ¿Ya le han fallado, no?

Ya viene ella a pedir un poquito de lo que nunca le dieron y creía tener ése que nunca lo pretendió dar. Y ya se va en busca de una segunda opción para convertirla en primera, persona, y singular.

Ahí tiene una fila de pretendientes esperando ser los próximos en acariciar su cabello en mañanas de sofá. Mira, ahí viene otro con pintas de cualquiera vestido de nadie a dibujarle corazones allá por dónde pisa. Cuando se van a enterar que los ojos y los besos escritos se dan por delante, a la cara, sin anónimos, como nombres.

Ahí le ves siendo la dueña de su próxima elección. La cruel libertad de ser aquella que pronuncia "no" con toda la boca llena de inocencia.

Y aquí uno derritiéndose en culpabilidad con el movimiento de sus labios que poco a poco te dicen que ya le han pintado la cara a piropos.

Que ya tiene un nuevo amor. Y tú ahí siendo el amargo obviado. El conocido por qué no.

El amor que se derrite entre sus manos. El que nunca le ha fallado e irónicamente y a la misma vez, el que nunca la ha besado.

Aunque quede por escrito su intención. 

Sin marcas de pintalabios.

sábado, 11 de abril de 2015

Anuncio de Contacto


Se busca chica guapa que limpie heridas. Se busca chico "achuchable". Se busca mordedora de labios, atrapa sueños, cautivadora de sentimientos, viciosa de caricias. Se busca chico atractivo, sin celos, sin condenas por abandono. Gratis: Rojo corazón usado. Razón aquí.


Todos tenemos un anuncio en los ojos. Cada uno de esos anónimos que nos cruzamos por el camino tiene ahí, debajo de sus ropas, una frase de lo que anda pidiendo a gritos, en silencio. Todos, uno a uno, nos vendemos al mejor postor tras etiquetas y perfumes caros.

Todos tenemos un anuncio donde nos comparamos lo máximo posible con lo que menos somos. Y lo peor de todo. Donde nos consolamos en describir lo que nunca vamos a comprar. Primero porque no existe. Y segundo porque siempre nos parecerá demasiado caro.

Se busca juguetona de sentimientos, con belleza salvaje, con ojos de felina, con uñas de leona. Se busca chico suave, de estos permanentes, que no se gastan. Quiero celos sanos, posesión controlable, una vida que muera por mí sin morir.

En el perfil pondremos de falso nombre "Tuyo" y ya te lo tomas como bien quieras. En aficiones, ponga recorrer cada una tus curvas sin frenos, sin control. Aquí ponga que se busca anuncio de contacto para autodefinirte. Se busca frase que te describa como la que andaba buscando. Si conoce alguna excusa para que la búsqueda sea más efectiva y me lleve a tus adjetivos más calificativos, deje un mensaje de texto debajo de éste en busca de tus ojos sedientos de tanta letra. 

Pondré un anuncio en busca de tus labios susurrando cariño.

Por ahí. Entre tanto idiota suelto. Entre tanto perfil oculto. Entre tanto anuncio y anuncio, ahí estoy esperando ser leído. 
Esperando ser buscado, esperando ser querido. 

En busca de ser lo que andabas buscando.
A ver si por casualidad lees este anuncio, que nunca mejor dicho, espera ser de contacto.

Entre tus manos y mi piel. Entre tu mirada y la mía. Entre tus besos y mis heridas en el labio. Entre tu cuerpo y mis ganas.

Entre tú y yo.

miércoles, 8 de abril de 2015

Ser Valiente No Es Cuestión De Verte


Ser valiente ante ojos negros, grandes, pintados al mejor postor. Ser un hombre delante de esos dos rojos intensos llamados labios. Tener el valor, el coraje de ser la segunda opción. Hay que tener valores para estar ahí delante de lo prohibido y tú loco por ser accesible.


Hay que tener corazón, agallas y pulmón para aguantar de una sacudida todos esos "peros" que se pintan tan bien de "nunca". Hay que tener las esperanzas puestas en remojo para seguir ahí delante de todas esas secas proposiciones inexistentes entre su cuello y tus mordiscos.

Maldita dulzura la que te venden con perfume de vainilla y besos de pequeñas dosis. Mal momento para la locura en forma de amor. Mal momento para el tiempo, que se presenta como tajante y terminal.

Ser valiente no es cuestión de verte. Ser el sinvergüenza que te escribe todas las noches sin pronunciar tu nombre no es ser cobarde, es ser prudente. Es ser ese tímido amor. Es ser ese que está ahí sin ser protagonista. Ése que es y no se quiere.

Ser ese que anda por ahí huyendo de tus miedos, de tus "no", ser ése que anda por ahí insultando al destino. Ser ése que no cree en un tú y yo tan lejos, en un tú y yo tan nada. Ser ese valiente que cada nochecita de invierno se cuestiona si verte es cuestión de suerte. 
A ver si con suerte lo lees. A ver si con suerte, esta noche sí, esta noche es, esta noche somos.

lunes, 6 de abril de 2015

La Chica De La Sonrisa Relativa


Hoy iba sonando la misma canción que se nos repite una y otra vez en nuestros reproductores de música. La de la vergüenza.

Hoy ibas algo más que bonita de lo que acostumbras a aparecer por mis retinas. Tu ropa conjuntaba muy bien con tu arte de seducirme. Con tu manera de controlarme sin tocar. Mirarme sonrisa relativa mediante.

Hay diecisiete mil adjetivos calificativos dentro de mis labios para ti. Guardaditos, esperando a que un día vengas y le pongas nombre. Personal. De segunda del singular. Ando perdido por encontrarte una mirada que te delate como aquella que sin querer queriendo quiso.

Pero francamente, ninguno de los dos tenemos la valentía por encima de la razón. Y ésto va a ser un "fue bonito mientras se soñó" de película romántica taquillera.

Mis felicitaciones a la única protagonista. A esa culpable de amor de golpe y porrazo. A esa que provocó curiosidad, misterio y que por razones de destino siempre que puede, consigue, de una manera relativa, viajar conmigo en autobús sin viajar conmigo.

Eres tan relativa, amor, como el sabor de tus labios. Me encantaría saborearlos como una cita contigo en una noche lluviosa, con tu piel desnuda bajo el calor de una chimenea que arde por ser testigo de nuestro desenlace.

Porque si hay algo claro es que el día que vamos a dejar de vernos está al caer, como todas nuestras oportunidades.

Será cuestión de tiempo. Quedan horas para que la chica de la sonrisa relativa desaparezca para permanecer en la memoria por siempre.

Porque ella está y no está a la vez. Porque ella lee todo ésto detrás de mí. 

Mientras en ese mismo instante yo escribo para ella.

Todo muy relativo. Todo por culpa de su sonrisa.

domingo, 5 de abril de 2015

Qué Guapa Ibas

Mírala qué guapa ella. Qué bonita es verla tan cercana, tan a corto plazo, tan a pocos milímetros de su tez. Qué amor tan resucitado a día de hoy. Qué irónico el momento, la fecha, el lugar.
Qué guapa es la niña ésta. Qué nos gustan sus malos modales. Cómo sabe desprender antojos. Qué 'enganchaítos' nos tiene a sus formas, sus gestos, su mirada.

Qué enamorado andamos de ésa que tanto nos hace sufrir. Qué poquita cosa somos ante sus tacones. Qué sensibles a sus cambios de humor, de amor y de sonrisas. A sus besos, tanto los dados como los deseados. A sus caricias tanto las provocadas como las sin querer. Qué morbo la manera de hacernos el desamor.

Qué nos gusta verla una y otra vez. Tantas veces como las horas tienden a veinticuatro, qué nos gusta un "juntos", saliendo de sus labios.
Y hablando de ellos, ¿qué nos gustan, ehn? Qué bonitos recién pintados. Qué sutil el cartel de prohibidos que se deja caer en sus mejillas. Qué mordidas tienen al natural, qué de besos se le daban al lunar justo encima de su comisura.

Qué pelo más largo. Qué de enredos provocan en el corazón, su alisada melena. Qué moreno, tanto su cuerpo, como el café que nos faltó. Qué bonito fue el encontronazo, que poquito nos duró...

Pero qué guapa ibas.
Qué guapa eras.
Qué guapa se fue...

sábado, 4 de abril de 2015

Fresas Con Chocolate

Qué fácil es decir que me gusta tu pelo rozando mi piel, tus pupilas mirándome el sentimiento. Que me gusta tu olor dormida y el sabor que desprende tu compañía en cama.

Que te gustan las letras que salen del alma. Las palabras que salen por y para ti. La sonrisa del feo, tonto, enamorado. La mala lengua de la puñetera fortuna y el mal decir de un desgraciado como yo.

Qué nos gustan las fresas con chocolate, el beso que muerde. La ropa esparcida por el suelo y el frío que obliga a abrazarse.

Nos encantan los madrugones remolones, la ínfima caricia sin querer. La timidez en cara. Nos mola, y aquí, dime si me equivoco, nos mola enamorarnos del o la que no quiere. Nos gusta ir buscando el amor en aquel rinconcito donde nunca está.

Nos encantan los besos que no nos dan. El desamor nos inspira muchísimo más si cabe que el cariño, y nos da hasta cierto morbo imaginar que somos capaces de revertir la situación.

Ni te imaginas que este texto va por ti, y lo difícil que es no nombrarte en mitad de tantas frases. Ni te imaginas lo difícil que es describir lo que nos gusta juntitos, y lo difícil que se hace cuando el cuenco de fresas con chocolate que está en la nevera está aún sin probar.

Ni te imaginas lo difícil que es escribir de amor cuando a nadie, aún, has enamorado para la eternidad.
Ni te imaginas lo difícil que es quererte.
Y peor aún, ni te imaginas lo difícil que es olvidarte.

viernes, 3 de abril de 2015

A Mi Nueva Primavera


No me hago una vida sin ti. Sin tu sonrisa a mitad de paseo. No contemplo una primavera por venir sin verte soltar el pelo al aire. No me imagino toda la estación muriendo por tus huesos, deshojando margaritas, escribiéndote todas las noches con ese frío de entretiempo.

No quiero flores si no son en tu pelo. Olor, si no es en tu cuello. No quiero joyas si no conjuntan con tu vestido, ni nuevos colores si no son los de tu timidez en tu cara.

No me apetece una primavera sin princesas ni cuentos de hadas. No quiero calor de repente si no es el de tu cuerpo. Quiero tu frío de invierno que aún pide cobijo tras mis abrazos. Quiero querer verano pero tampoco me apetece perderte de vista y darnos unas vacaciones.

No me apetecen esos chubarrones de malas rachas con nubes grises ocultando el azul cielo. No quiero verte encerrada en casa buscando excusas para no verme.

No quiero verte tan primavera, tan guapa, tan radiante y a la vez, tan pasajera. No quiero que seas estación de temporada. No quiero verte tan ausente, tan distante, tan invernal.

Quiero pensar que dentro de dos o tres días volverás tan oportuna como siempre. Que aún sigo siendo el destinatario de ese mensaje que nunca me llegó. Quiero que entres conmigo en primavera, los dos, agarraditos de las ganas.

Y no soltarnos nunca. Haga frío, llueva o nieva. Quiero que seas tú la que marque mi tiempo y que juntitos vayamos tachando meses del calendario como si ya tuviésemos fecha de boda. Como si ya el blanco roto de tu vestido ya estuviera pactado.

Quiero que la próximas flores sean en ese ramo, en esa iglesia.

Ante mí, mi nueva primavera.